Apenas unas horas después de conocerse el informe del Comité de análisis de las circunstancias que concurrieron en el apagón del pasado 28 de abril, no se duda de que BeatrizCorredor, la ex ministra socialista que preside Redeia, está sentenciada, o sea, ‘muerta’, pero aún no se puede ‘enterrar el cadáver’. A Pedro Sánchez no le conviene ahora una crisis de Gobierno ni tampoco un cambio en una empresa semipública y menos si se trata de su amiga (colocada en febrero de 2020 sin tener ninguna experiencia previa en el sector energético), pues ya tiene bastante con todos los líos de corrupción que le están saliendo al PSOE y a su familia.

Claro que Corredor parece que podría aprovecharse de estas circunstancias, pues insiste en ‘morir matando’ y en culpar a las eléctricas del famoso apagón que sufrió la Península Ibérica. Esta vez lo ha hecho en la presentación del informe sobre el apagón que ha elaborado Redeia y que ha presentado junto al CEO, RobertoGarcíaMerino, y la directora general de Operación de Red Eléctrica, ConchaSánchez.

Corredor ha lamentado que las eléctricas no hayan dado toda la información que les pidió el operador del sistema eléctrico y ha criticado que reiteraran que la información “parcial” que daban era confidencial. También ha acusado a las eléctricas de “incumplimientos” de los protocolos de control dinámico de tensión. Hace semanas ya culpó a las eléctricas y su generación convencional... e Iberdrola se defendió, mientras EDP prefería ser más neutral y referirse al sistema en su complejidad. 

Eso sí, lógicamente, ha defendido el carácter “impecable” del operador del sistema y de todos los trabajadores. Por si esto no bastara, ha negado el argumento del Gobierno de que no había suficiente generación programada para el 28 de abril. De esta forma, ha llevado la contraria a la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Sara Aagesen, que un día antes había optado por repartir culpas entre eléctricas y Redeia, aludiendo incluso a la mala planificación del sistema. Recuerden que Aagesen refirió que el 27 de abril, Redeia programó 10 centrales térmicas para control dinámico de la tensión, para que estuvieran disponibles a cambio de compensaciones económicas. Pero horas más tarde, una de esas centrales se declaró indisponible y “el operador del sistema reajustó y decide reprogramar, pero no sustituir esa necesidad”. Y ojo, porque fuentes del sector han señalado a Hispanidad que hay 20 centrales de ese tipo (es decir, ciclos combinados de gas) preparadas para ser acopladas si es necesario... y cuando se acoplan cobran dinero, independientemente de si al final se las utiliza o no.

Por su parte, el CEO de Redeia, Roberto García Merino, ha referido que la compañía no tiene que asumir ninguna cobertura o indemnización económica, pues considera que en todo momento ha cumplido con la normativa. Por cierto, no está de más tener en cuenta que este licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales trabaja en la compañía (antes llamada Red Eléctrica de España y después Redeia) desde 2004, donde ha ocupado distintos cargos hasta llegar a la cúpula en mayo de 2019, cuando sustituyó a Juan Lasala en la silla de CEO; y anteriormente había trabajado como analista interno en banca de inversión en el Banco Espírito Santo (2000-2004). 

Horas después de las palabras de Aagesen en Moncloa presentando el informe del citado Comité y antes de conocer el informe de Redeia, la patronal eléctrica Aelec respondió a la primera declarando que las centrales de generación de sus socios (Endesa, Iberdrola y EDP) habían cumplido con las regulaciones en materia de control de tensión. “Tenemos evidencias de que las centrales de generacón de los socios de Aelec han cumplido con los requerimientos regulatorios en materia de control de tensión, como los contempla REE en el proceso de cálculo de restricciones técnicas, llegando incluso a operar por encima de las obligaciones regulatorias para contribuir a la estabilidad del sistema eléctrico”. Además, Aelec también señalaba que Red Eléctrica “disponía de recursos suficientes para garantizar el control de tensión, incluidas centrales síncronas que, no obstante, decidió no despachar”, pero optó por gestionar la tensión con una capacidad síncrona (es decir, la que proporcionan los bombeos hidroeléctricos, las nucleares y los ciclos combinados de gas) limitada y un reparto geográfico desequilibrado, dejando el sistema “en una situación de vulnerabilidad”.